Oír por Ver
MI DURAVIT
Acá está llegando el otoño. Las plantas aguantan lo que las hojas no. Mis dedos son, pero están helados y yo, no termino de estar calentito.
Estoy al este de Nueva Zelanda, como quien mira la costa chilena, como si eso me hiciera sentir un poco más cerca de casa.
Pensar, sin querer pensar que no estoy tan lejos. Tratar de ver el sol que se alza en el alba y creer que hace un rato lo dejo ir mi vieja por detras de los cerros mirando por la ventana de casa. Ese mismo sol que hizo que mi mundo de allá haya podido ser, ese mundo es el que comienza a mover mi vida de acá.
Así comenzaba mi día y yo armaba el mate de las diez solo por el hecho de encontrar una razón para salir de la cama en un lunes tan domingo.
En el living me encuentro con María, que es la madre de Belén una chica porteña que comparte la casa conmigo y esta por ser mamá primeriza.
Yo inicio el rito de todos los días, con el roce de la bombilla en mis labios, el deje profundo a tostada y el aroma del mate recién cebado, pero comienzas charlas obligadas que por compromiso pelotudo uno atienede, que toman un mínimo punto de interés para terminar desplomándose en silencio incomodo que a mi me permite hundirme en el mundo autista de los sentidos y atravesada en mi mirada perdida, entre medio de ese silencio y yo, me entero que Maria, Maria y su esposo son los dueños de una fábrica de juguetes alla en Argentina. Los Duravit.
Me emociono un poco, siento esa admiración repentina, el cholulaje infantil me invade, me emociono y comienzo a recordar lo que rompí las pelotas esas vacaciones en Las Grutas durante aquel temporal del ‘99 para comprar el Mercedes 1114 de caucho rojo con vidrios plateados que mostraban desde aquella vidriera como un señuelo para cazar nenes inocentes que solo pueden ver la vida como un juego a un metro de altura.
Lo que insistí por bajar a la playa a probarlo en terreno propicio cuando todo era plan menos hacer playa.
Sabrá María lo feliz que me hizo durante mi infancia?
Las horas de juego que les debo a ella y su familia? las toneladas de GB que mi mente ha imaginado en fantasia infantil, al tratar de imitar el sonido del motor del 1114 de mi papa en la cuesta de San Pedro camino al campo a punto tal de sentir dolor en mi garganta?.
Sabrá Maria que me tenían que ir a buscar al arenero para entrar a casa a cenar porque si era por mi no paraba de jugar?
Conocerá Maria la angustia de perder su juguete favorito debajo de las hojas amarillas durante algún otoño?
Le comento que mi madre lo tiene en una repisa de mi casa pero que está muy despintado.
Ella, me cuenta intimidades y me dice que esa pintura se prohibió porque contenía plomo, tambien me dice que si quiero ganar dinero que lo venda, que valen mucho. Ahí caigo en la cuenta que de todas las preguntas que me había hecho antes, Maria, no conoce la respuesta de ninguna. Y el silencio ahora lava el mate.
Por la tarde, obligado y por gusto salgo a correr, subo un cerro, me esfuerzo. Llego al final y antes de mirar saco el celular para tomar una foto.
Me siento en la base del monolito que anuncia la cima y después de sacar la foto la comparto en Instagram y despues de compartirla miro el feed de Instagram, reviso whatsapp y creo, no quiero mentir pero las posibilidades son muy altas de que seguro que debo haber checkeado Facebook.
Cuando por fin levanto la vista me doy cuenta que el sol ya se había ido, que no había podido mandarle el saludo a mi vieja que se iba a despertar con ese resplandor matutino. Me había perdido la posibilidad de pensar, de reflexionar sobre algo, de ocupar mi imaginación, de soñar despierto.
Me di cuenta que había hecho un esfuerzo bastante grande para llegar ahí a checkear el maldito teléfono.
Avergonzado, me di cuenta de que no me habia dado cuenta de que tenía frío, de que al fondo se veía el mar, de que habían tres Eucaliptos iguales a los que hay en el campo de mis abuelos, de que las vacas pastan y yo no les importo,de que es bosque pero hay gaviotas, de que abajo, al valle lo atraviesa un tren cargado de troncos, de que las nubes tomaron un color hermoso y de que yo, me lo estaba perdiendo todo.
Me agarra un algo en el pecho, mi alma empieza a reconocer una pérdida lenta y dolorosa de la libertad, con vidas que viven lo que en realidad no viven, que son, esa foto del atardecer que compartí y nunca vi.
Me siento muy mal.
Me pregunto cuándo fue que deje de disfrutar lo que me rodea.
Cuándo fue que necesite mantenerme entretenido todo el tiempo?.
Desde cuando necesito que me creen una realidad más allá de la que veo?.
Cuando sentencie al aburrimiento como algo inaceptable?. Cuando comencé a buscar un recurso para no invertir los ratos vacíos en el simple hecho de estar vivo?.
Cuándo fue que empecé a ser multitarea de comer viendo memes, cagar viendo memes, viajar en auto viendo memes, subir montañas, viendo algun meme.
Desde cuando estoy tan disperso que todo lo que hago es menos excitante que ver lo que hace el resto?
Me pregunto si podré volver a tener un Duravit en mi vida para inventarme mi realidad, no para ver la del resto. Un arenero que sea mi mundo y poder vivir de observar lo que hay.
Cuando los grandes se preguntan qué futuro le estamos dejando a nuestros hijos a mi me cuesta pensar en una economía con deuda en el FMI, gobiernos corruptos, presidentes gatos o ladrones, con educación desvalijada o valijas con plata. Corona Virus, y saludarse con el pie.
Yo pienso que el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos es un mundo que ya no tiene duravits y tiene celulares.
Sabrá Maria que mundo le está dejando a su primera nieta?
COCHO CONTIN

